17/6/11

CAPÍTULO 4 "LA LUCHA DE LOS DARKBELLS".

Estaba muy asustada por los acontecimientos a los que se referían y que me depararían, pero debía ser fuerte y afrontarlos como sólo yo sabía…
-Te necesitamos para vencer a la Diosa Hiedra.-formuló el anciano sin más preámbulo.
-¿No está muerta? ¿Y su hermano Hades? Pero… ¿qué debo hacer?
-No, fue vencida junto con Hades por Zeus. Pero no sabemos cómo ha vuelto. Quiere vengarse y destruirnos a todos.-hizo una breve pausa.-Tú eres la Salvadora Celeste, la que nos guiará hasta el libro y hasta la guarida de la Diosa Hiedra. Eres nuestra salvadora, la que tanto mencionan nuestros libros, la que la destruirá  para siempre y pondrá paz en toda la Tierra.
-¿En toda la Tierra? ¿Qué quieres decir?-pregunté intuyendo la respuesta.
-Quiero decir que tanto los humanos como los seres celestes sufrimos su amenaza.
-Pero… ¿cómo sabéis que soy yo de la que hablan esos dichosos libros?
-Porque sabemos que en cuanto seas una Darkbell tendrás poderes extraordinarios y la valentía necesaria para salvar a los dos mundos del mal.
-¿Tendré que ser una Darkbell?-le pregunté mirándole atónita.
-¿Cómo si no crees que obtendrás esos poderes para vencerla? Precisamente como sabíamos que no te iba a hacer ninguna gracia queremos que durante el viaje encuentres el Libro de los Secretos Celestes para que puedas elegir entre ser una Darkbell o una humana, y darle esa misma oportunidad a otros.
-Y… aunque no me guste la idea de ser uno de ellos, solo por curiosidad, ¿no podría ser las dos cosas?-manifesté un poco aturdida.
-Sólo puedes ser las dos si eres un humano con una misión celeste, como tu caso y el de Yeray. Una vez cumplido, tendrás que elegir qué vida deseas, si la de ellos o la que tienes ahora. Eso dependerá de ti.-pronunció dando media vuelta acercándose a una mesita redonda y pequeña donde había un juego de té.-Tú decides… si no quieres esta misión me temo que poco haremos para salvar el mundo…-dijo finalmente echándose una taza de té.
-Acepto.-dije muy seria y decidida. Aún no sabía muy bien a lo que me enfrentaba, pero la idea de perder a mis seres queridos no me hacía ninguna gracia. Amén de que quería que Yeray volviese a ser un humano si este lo deseaba.
-Bien, desde hoy serás nuestra guía.-formuló.
-Una pregunta más.-dije intentando que no le molestase al anciano.- ¿Chupáis sangre?-pregunté con mucha curiosidad. Incluso me pareció ver que Yeray mostraba una leve sonrisilla de las que tanto me gustaban.
-¡Jajaja!-rió el Sr.Twilton-No, no bebemos sangre, nos alimentamos de la comida que los humanos os alimentáis. Incluso creo que tenemos más variedad.-dijo en un tono despectivo como despreciando nuestra comida que, según él había insinuado, tanto se repetía.
-¿Y para qué sirven los colmillos?
-Pues únicamente para darle algún que otro mordisco a nuestros enemigos y que se revuelvan un poco. Porque los colmillos sólo son un defecto un poco molesto para nuestros amigos.
-Y… -intenté decir algo pero, como si el anciano me leyese la mente, me dijo sin parecer molesto:
-Se llaman así porque “Dark” es oscuridad, que tiene relación con el mal; y “Bells” son campanas, que tiene relación con los ángeles.
Me quedé asombrada por la explicación tan breve que había expuesto el hombrecillo, ya que yo no me había planteado esos significados; aunque también es cierto que durante todo ese rato no había tenido tiempo de pensar precisamente en eso.
-Creo que ya es la hora, Señor.-dijo Yeray educadamente, algo muy propio de él.
-¿La hora de qué?-pregunté sin hacerme una idea de lo que estaba hablando Yeray. Sus ojos azul cielo expresaban tristeza y culpabilidad. Su rostro en sí no parecía alegre. El cabello dorado lo tenía corto, como la mayoría de los chicos, y su pequeño flequillo le caía en la frente. Su nariz era redondeada y pequeña, y su rostro pálido.
Entonces, el anciano se dirigió a él:
-Yeray, llévala fuera, es necesario aire libre para la transformación.
¿Transformación? Oh no… ¡me van a convertir en uno de ellos! Aún sabiendo que lo harían, ya que yo misma acepte sin dudar, tenía miedo. Miedo en lo que me convertiría, miedo de luchar, ya que una chica de 15 años poco iba a hacer contra la Diosa del Infierno. Y, sobre todo, miedo de perder a mi familia y amigos por no hacerlo. No entraba en razón, incluso volví a pensar que todo aquello era un sueño…un mal sueño…del que no desperté.


2 comentarios:

  1. ¡Hola! Bueno despues de un tiempo ya vuelvo a los blogs, voy a ponerme al dia con la novela, que con tanto examen no he podido leerla :)
    Saludos desde anamq.blogspot.com

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  2. Gracias por tu interés, te lo agradezco mucho :) ¡Besos!

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