10/7/11

Capítulo 1 "Gotas de lluvia"

Me dirigía al instituto. Me había olvidado el paraguas aquella mañana, como no, lluviosa. Con suerte allí estaba, en el lugar donde lo había dejado: colgado de uno de los ganchos de mi mesa de siempre.
Cuando bajé el conserje me preguntó:
-¿Lo has encontrado?-dado que le había pedido permiso para subir.
-Sí, gracias.-le respondí con una sonrisa.
Iba jugando con el paraguas por la calle, meneándolo de un lado para otro. Y, en un momento dado, noté cómo frenó al encontrarse con un obstáculo y golpearlo.
-Aish… Casi me sacas un ojo.-dijo una voz tras de mí. Entonces me giré. Era un chico, extremadamente guapo, por cierto. Se estaba tocando la zona de la nariz y sostenía una sonrisa.
-¡Perdón! ¡Lo siento mucho, de verdad!-dije preocupada y avergonzada.
-No tienes de qué preocuparte. No ha sido nada, tan sólo bromeaba. Además, me alegro que un paraguas me haya golpeado si ha sido para esto.-habló con una sonrisa traviesa. Yo me encontraba paralizada. No sabía qué decir.
-Algún día podemos tomar algo.-se paró a pensar.-Si quieres, claro.- En ese momento me pareció bastante extrovertido, pero luego reservado. Y el pobre no paraba de frotarse la nuca.
-No sé… es que…-dejé de mirarle. Fue bastante audaz.
-Bueno, si no quieres me voy y aquí no hay pasado nada.-rió mientras elevaba los brazos.
-Bueno, vale.-le dirigí una risita amable. Él se alegró. No quería que se sintiera incómodo después de haber sido yo la causante de aquella situación.
-¿Mañana a las seis en el Burger?-preguntó con una cara que expresaba aceptación. El chico tendría que estar pasando vergüenza.
-Para ser una cita no te has esmerado mucho, ¿no?-bromeé intentando que se sintiera más cómodo mientras sostenía una mueca. Él me volvió a sonreír- Además… no nos conocemos como para quedar mañana mismo, ¿no crees?
-Pero para eso quedamos, ¿no?-intentó convencerme. Me lo pensé unos segundos.
-Venga vale….-me atreví. A él se le vio cara de euforia, pero intento disimularla.
-Entonces allí nos veremos.-volvió a sonreír.
-¡Adiós!-exclamé mientras él subía la calle corriendo. A lo mejor tenía que hacer algo y esto lo había entretenido demasiado.
Contemplé cómo se iba alejando mientras el aire que soplaba se llevaba mi pelo de un lado para otro y lo despeinaba. Retomé el paso pensativa. “Acabo de quedar con un chico.”, me decía a mí misma mientras me apretaba el paraguas contra el pecho.

-¿Aún estaba allí?- sonó la voz de mi madre cuando llegué a casa. Pero yo estaba pensando en otra cosa y tardé unos segundos en contestar.
-Sí. Estaba justo donde lo dejé.
-¡Qué bien!-exclamó desde el salón.
Fui a mi habitación, cerré la puerta suavemente y comencé a hacer los deberes que me había dejado a medias por haberme acordado del paraguas. Mientras que los hacía, me llegó a la memoria aquel chico, y una sonrisa me alegró el rostro de repente.

Al día siguiente le conté todo a mi mejor amiga, Julia. La cual se puso tan o más contenta que yo, y me abrazó con fuerza. Yo me quedé un poco sorprendida por su actitud.
-Vamos, Diana, no pongas esa cara.-dijo entre carcajadas.-Esta tarde vemos lo que te pones.
-No hace falta, en serio. Además, vamos al Burger. ¿No pretenderás que lleve un vestido y tacones, no?-reí.
-Sí, lo pretendo. ¡Pero no cambies de tema! ¿A qué hora quedamos?- preguntó con cara traviesa. Julia era una chica que solía tener ese tono bromista, pero que sabía cuándo utilizarlo. Es mi mejor amiga por estar conmigo como la que más y porque nos conocemos desde hace ya bastante. Casi cinco años. Aún recuerdo el primer día de instituto, cuando llegamos todos asustados pensando que sería un paso importante, y creyendo que nos costaría sacar un siete en los exámenes. A mí me pasó eso. Yo era muy tímida en aquellos tiempos y casi nunca hablaba. Pero mi primera amiga de instituto fue ella, Julia. No ha cambiado mucho desde entonces. Un poco en las facciones de la cara. Pero, por lo demás, sigue siendo la misma rubia de pelo rizado y corto, ojos verdes y grandes, y su carácter irónico de siempre. Es una chica muy sociable, y hace amigos muy fácilmente. Pero sólo se junta con la gente que cree que es buena compañía. Se caracteriza por ser muy persistente e insistente, aunque a mí eso no me molesta mucho.
-Diana, ¿me estás escuchando?-me dijo acercando su cabeza a la mía mientras me mirada fijamente.
-No, lo siento.
-Ya sé que ese chico te ha vuelto loca. ¡Pero compórtate!-bromeó un poco.-Te he preguntado por los menos tres veces que cómo se llama.
-¿Quién él? Pues la verdad es que no lo sé.
-Al menos sabrás cómo es, ¿no? ¿O estabas mirando el suelo cuando te hablaba?-se burló. Con ello hacia que todo fuera más divertido y llevadero.
-Pues… era castaño. El pelo lo tenía un poco alborotado, y los ojos eran de color ámbar. Su tono de piel era… el más común. Ni moreno, ni muy blanco. Y…sí, tenía un lunar al lado de la oreja derecha, por el moflete.
-Sí que te fijas tú, ¿eh?-me guiñó un ojo y me dio un codazo.-Y yo que pensaba que estabas mirando el suelo…

1 comentario:

  1. Ya empiezo a leerlo!!

    Siento el retraso no tengo tiempo de nada :S

    Me ha gustado un monton el comienzo! :) Es tan, sencillo... Me gustan las cosas sencillas hombre ya! jaja

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