17/7/11

Capítulo 2 "Gotas de lluvia".

Esa tarde vino Julia a mi casa sobre las cinco y me ayudó a elegir un conjunto. Primero me probé una falda negra y una camiseta naranja, pero no me convencía. Después me puse unos vaqueros claros y una camiseta color canela larga con volantes. Ese conjunto me gustaba, pero Julia negó con la cabeza. Por último me probé un vestido azul de tirantes, que en la parte de la cintura poseía distintos colores en tonos marrones, rojos y naranjas, y se formaba por repliegues. Julia sonrió al vérmelo puesto y yo di una vuelta completa mientras me mirada en el espejo. En el recorrido, la parte inferior del vestido se elevó un poco. Me gustaba, nos gustaba. Creo que nunca había llegado a ponerme ese vestido, ni siquiera recordaba dónde lo había comprado.
-Te queda genial…-soltó Julia conmovida.
-Gracias.-dije emocionada.- me puse un poco se sombra marrón en los ojos para que se confundiera con mi piel, rímel y un color de labios rosa claro. Me calcé de unas sandalias negras que tenía ya del año pasado, pero que las conservaba como el primer día.  Me eché mi perfume favorito, cogí mi bolso marrón, donde metí mi móvil, mis llaves y dinero. Y me encaminé a la puerta.
-¿No te vas a recoger el pelo?-me preguntó Julia.
-No, así está bien.-le contesté amablemente.
-Suerte.-me dijo agarrándome por los hombros y dándome un abrazo. Yo le respondí con una sonrisa agradecida. Antes de salir le dije a mi madre que había quedado con Julia y otra amiga. Julia hizo como si se viniera con “nosotras”.
En el momento en que llegamos a una esquina de mi misma calle, esta se desvió, no sin antes despedirnos con otro abrazo.

Cuando llegué a la puerta del Burger, vi que estaba sentado en una de las mesas, esperándome. Pasé decidida y, cuando se dio cuenta de mi presencia, levantó la vista y se quedó mirándome asombrado.
-Estás preciosa.- tardó en decir.
-Gracias.- respondí entre risitas. Después, me senté.
-¿Qué vas a pedir?- preguntó.
-Una hamburguesa de pollo con patatas. Y de beber una Fanta de limón.
-Voy a pedírtelo.-dijo mientras se levantaba.
-¿Qué? ¡Oh no! Ya voy yo y así aprovecho y lo pago.-me levanté del asiento.
-No, no, te invito yo. Y no insistas, que puede ser peor.-dijo mientras me sonreía.-Por favor.- me quedé pensativa unos segundos.
-Vale, pero la próxima vez que tomemos algo, invito yo ¿queda claro?- le señalé con el dedo índice y le lancé una mirada traviesa.
-Vale.-me hizo un gesto.-Me alegra saber que habrá una segunda vez. Nos sonreíamos mutuamente. Entonces fue y pidió ambas cosas. Él se había pedido lo mismo que yo, pero en vez de Fanta de limón, Coca-cola.
Mientras nos tomábamos las hamburguesas y las patatas, hablamos de muchas cosas: Del instituto al que asistíamos (él iba a uno llamado: Santa Luisa del Carmen. Yo al: Sansón del Mural), de los profesores, de anécdotas nuestras y de nuestros amigos, del curso al que íbamos (él iba a segundo de Bachiller. Yo, en cambio, a primero del mismo). El año que viene ya no estaría aquí, se iría a la Universidad a estudiar filología inglesa. Yo, cuando pasara Bachiller, odontología. También comentamos que nos gustaría irnos a Londres o a Nueva York, o a alguna ciudad parecida para pasar allí un tiempo, e incluso para vivir. Para salir de lo habitual. Teníamos la suerte de haber dado inglés desde pequeños y se nos daba muy bien.
Nos reímos bastante y yo me lo pasé genial. Apuesto a que él también se lo pasó muy bien aquel día, no paraba de sonreírme. Dimos una pequeña vuelta y mi preguntó mi nombre.
-¿Puedo saber el nombre de mi acompañante?-me lanzó una sonrisa pícara.
-Diana.-contesté.- Parece mentira que hayamos estado hablando toda la tarde y no sepamos aún nuestros nombres.-reí.
-¿Verdad?-expresó.- Yo soy Nicolás.-me acercó su mano en se señal de cordialidad.
-Encantada.-se la di.
-Lo mismo digo, pero terminado en “o”.- nos volvimos a reír. Cuando nos despedimos, me dio dos besos y un abrazo. Aparte, yo me acerqué a él y le di otro beso en la mejilla. Se puso un poco rojo, pero estaba monísimo. Nos sonreímos de nuevo, alzamos la mano para despedirnos mientras nos íbamos alejando y nos marchamos cada una por su camino.

Llegué a mi casa y, sobre las nueve, llamó Julia.
-¿Quién es?-preguntó mi madre mientras yo sostenía el teléfono.
-Es Julia.-contesté.
-¿No has estado con ella esta tarde?-puso tono se sorpresa.
-Sí, pero es que se le ha olvidado contarme algo.- me excusé.
-Vale, pero no te entretengas, que la factura del teléfono no es barata.
-Vale…- me resigné mientras alargaba un poco la “a” del “vale”.
-¿Diana?- dijo Julia desde la otra línea.
-Esto, sí. Estaba hablando con mi madre.
-¡CUENTA!-gritó emocionada. Casi me deja sorda de un oído.
Empecé, y cada vez que le contaba algo de lo que nos habíamos dicho, soltaba este sonido: “Oh…”  Ya se hacía pesado, pero yo no podía parar de contarle y ya casi no me daba cuenta de las veces que lo repetía. Estaba emocionada. Pero no levantaba mucho la voz para que no me escucharan mis padres.
-¿Vas a quedar de nuevo con él, no?-me preguntó presionándome.
-Eso espero…-crucé los dedos de la mano que tenía libre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario