Capítulo 3 "Gotas de lluvia".

Cuando salí del instituto me llevé una sorpresa inesperada: Él me estaba esperando en la misma puerta.

-¡Hola!-exclamé sorprendida, pero a la vez feliz, una vez estuve en frente suya.

-He venido a saludarte. En la última clase el profesor no ha venido y nos han dejado irnos. Pasaba por aquí y me he acordado de ti…-me sonrió tímido.

-¡HOLA!-gritó alguien que se encontraba tras de mí. Supuse quién, pero me giré y afirmé que era la mismísima Julia.- ¡Tú eres el famoso Nicolás! Diana me ha hablado mucho de ti.-le pellizqué en el brazo y se quejó.- ¡Ah! No me pellizques, que sabes que es verdad. Lo que pasa es que te da vergüenza que él se entere.-me dio leves toques con el codo mientras me lanzaba un guiño travieso. Él cada vez sonreía más y más por la situación.

-Déjala, Julia siempre dice muchas tonterías al cabo del día.-mostré indiferencia antes las palabras que esta había mencionado antes.

-Ajá…-puso tono de inverosimilitud.-Encantado de conocerte, Julia.-se acercó y le dio dos besos.

-Para mí también es un placer haberte conocido, futuro cuñado. Diana y yo somos como hermanas. Cuídala.- Y se marchó rápidamente sin apenas despedirse. Estaba segura de que quería dejarnos solos, porque de camino a casa nos íbamos juntas una o dos calles. Después cada una tomaba su camino. Pero dado lo ocurrido, estuvimos él y yo solos caminando.

-Tu amiga es muy liberal.-soltó repentinamente.

-Ya… y a veces un poco insoportable.- dije acordándome de lo que había dicho delante de él minutos atrás.

-Pero se ve buena chica.

-Lo es.-afirmé. Después ninguno dijo nada hasta medio minuto después.

-¿Puedes quedar el sábado por la tarde?-le pregunté inquieta, agarrando fuertemente las asas de la cartera y mirando fijamente el suelo para no mirarle y ponerme más roja de lo que ya estaba.

-¿Este sábado?-preguntó. Asentí aún sin atreverme a mirarle fijamente a los ojos.-Haré por poder.- miré y me guiñó un ojo, justo después se despidió.

-Yo ya me voy por aquí. ¡Hasta otro día!

-¡Adiós!- me despedí yo también amablemente. No podía dejar de mirarlo aún alejándose en la propia distancia en sí. “Piiii”, un coche me pitó. Había cruzado la calle cuando el semáforo aún estaba en rojo, distraída por Nicolás.

-Lo siento.-me disculpé con el conductor, que, aunque no le veía bien, parecía furioso. Aunque era normal, me podía haber pillado y haber sido responsable de una desgracia, aun siendo yo la culpable. Entonces crucé, sin pensarlo, lo que quedaba corriendo. El poco trayecto que quedaba hasta llegar a mi casa, pensé en él. Pero me dije a mí misma: “Diana, cuidado, no te ilusiones que puedes tropezar”. Y rápidamente salió de mi cabeza al ponerme música de mi MP4. Únicamente me concentré en ella.

Esa tarde me puse a estudiar y mi trabajo diario no resultó alterado en ningún momento. El jueves volvió y me pidió mi número de teléfono del móvil  para poder llamarme el sábado por la mañana y avisarme de si podía al final o no. Se lo di y él me dio el suyo. Pero, era jueves, y pronto llegó el sábado.

Por la mañana recibí una llamada.

-¿Si?-pregunté, y siempre era la misma pregunta aún que me pusiera el nombre en la pantalla del móvil.

-Hola, soy yo, Nicolás. He llamado para informarte de que sí puedo quedar esta tarde contigo. ¿A qué hora te viene bien?

-Me da igual. ¿Puedes sobre las seis?

-Por supuesto. ¿A las seis en la puerta de tu instituto?

-Ok.-respondí en el idioma inglés.

-Pues entonces allí nos veremos.-iba a colgar, pero se lo impedí.

-¡Hey! ¡Hoy invito yo!-le informé.

-¡Jajaja! Vale…-se resignó. Pero parecía contento.