25/12/11

Capítulo 17 "Gotas de lluvia"

Viendo sus intenciones, cuando nuestros labios estuvieron a milímetros, me aparté y dejé de mirarle.
-Creo que ya es hora de que me vaya…-dijo él insatisfecho por mi reacción.
-Sí.-dije tan sólo. Me levanté cuando él se encaminaba hacia la puerta, la abrí y cuando salió la cerré.
-Oh my God…-balbuceé.

El día posterior nos cruzamos por el pasillo, pero sólo nos miramos. “De momento no quiero nada con ningún chico, Cayetano, lo siento”, pensé mientras intercambiamos una mirada y examinaba la ropa que llevaba. Unos pantalones marrones no muy ajustados y una camiseta azul claro con un dibujo extraño que no supe identificar.
Sonó la campana a la que aún no estaba acostumbrada y me senté en uno de los primeros sitios. A mi lado estaba Alicia, que también quería ser dentista, y a mi izquierda un chico rubio.
La clase comenzó al entrar la profesora a la clase. Era la misma que había estado el día anterior en la enfermería, así que ya nos conocíamos de vista. Se llamaba Matilde, y la verdad es que sus clases las daba divinamente a diferencia de otros muchos profesores que había tenido en el instituto. 
A mitad de clase sonó un móvil, todos miramos en todas direcciones para averiguar de quién era, hasta que el chico rubio que estaba sentado a mi lado sacó su móvil y el sonido fue más intenso. Colgó.
-No sé si le habrán dicho, señor Francisco, que no se pueden tener móviles en clase. Y ya que tiene la desvergüenza de traérselo, póngalo en silencio.-se cruzó de brazos mientras fruncía el entrecejo. 
-Disculpe profesora, no sabía que iba a recibir una llamada.-se disculpó.
-Entonces supongo que esa llamada sería importante…-alzó la cabeza mostrando superioridad.-Váyase fuera, y así aprenderá a no interrumpir la clase. Ya de paso puede llamar a la persona y decirle que no moleste en horario de clase.-dijo secamente. El muchacho se indignó y salió del aula sin recoger sus cosas, únicamente llevaría el móvil, que antes se lo había guardado en el bolsillo de nuevo. La clase continuó hasta que el timbre anunció cambió de aula. Al salir no vi al chico por ningún lado, cuando pasé cerca de la puerta principal lo divisé en la plazuela llena de verde. Tenía el móvil en la mano y lo miraba fijamente, después se lo guardó en el bolsillo. Pasó por mi lado seguramente en dirección al aula donde había tenido lugar la clase de Matilde. Me vio mirándole y aparté mis ojos vertiginosamente, avergonzada.
-Disculpa.-dijo acercándose a mí.- ¿Me podrías dejar los apuntes de la anterior clase?-preguntó. Parecía preocupado por ello, por lo que debía suponer que era un buen  estudiante.-Por favor.-añadió.
-Sí, claro.-me descolgué la cartera de los hombros y, con un tirante aún apoyado en uno de ellos, la abrí y saqué la libreta de apuntes de aquella asignatura.-Aquí tienes.-pronuncié amablemente.
-Muchas gracias.-me sonrió.-Eras Diana, ¿verdad?
-Sí.-respondí.
-Tu rumor del golpe ha corrido por media universidad, por eso sé quién eres.-aclaró.
-Vaya…me alegra saber que la gente me conoce por mi torpeza.-sonreí. Él soltó una carcajada.
-Bueno, esta tarde sin falta te lo devuelvo.-dijo apresurado.
-De acuerdo.-asentí.

A las siete en punto llamó a la puerta de la habitación.
-Aquí tienes.-me dijo amablemente cuando abrí a puerta acercándome mis hojas.
-Vale.-le sonreí.
-Muchas gracias. No me acordaba de que mi móvil no estaba en silencio, pero al final me alegré de alejarme de esa bruja y contestar a la llamada que me llegó después.
-Ya, la verdad es que la profesora se ha pasado…-dirigí la mirada al fondo del pasillo, pensativa.
-Bueno, mañana nos vemos, te dejo estudiar.-dijo con una media sonrisa en su faz.-Adiós.-añadió.
-Adiós.-le miré unos segundos y cerré las puerta tras de mí. Seguí por la página del libro donde me había quedado estudiando y, sin darme cuenta, caí rendida en la mesa. A las nueve y media me desperté. Saqué mi cabeza de entre mis brazos y miré el reloj dándome cuenta de que el comedor cerraba a las diez.
-Mierda, mierda.-dije apresuradamente mientras me levantaba de la silla y bajaba corriendo las escaleras, en vez de por el ascensor.
-¡Ah!-chillé chocándome contra alguien que se había cruzado delante, bajando también las escaleras a todo correr.
-Lo siento.-se giró Fran alzando un poco las manos.-No te he visto bajar y yo…
-No pasa nada.-le interrumpí exhausta de haber bajado cuatro pisos a todo correr. Continuamos juntos y llegamos al comedor a las nueve menos veinticinco. Encontré la mesa donde estaban Alicia y Mateo, me apresuré a llegar y perdí de vista a Fran.
-¿Dónde estabas?-me preguntó Alicia.
-Esa pregunta la tendría que hacer yo.

2 comentarios:

  1. Ummm, Fran. De momento me ha dejado con ganas de saber más de él. Es interesante el chico, y me he quedado con la curiosidad de saber de quién sería esa llamada :)
    Besos.

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  2. Jajaja Bueno, es un buen comienzo que el chico te parezca interesante.
    Besos :)

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