5/6/11

CAPÍTULO 2 "LA LUCHA DE LOS DARKBELLS".

No podía creer lo que oía, ¿qué tenía que enseñarme? ¿Por qué me miraba de ese modo y me cogía la mano con tanta dulzura? No entendía nada, pero estaba claro que haciéndome preguntas de las que por ahora no hallaría respuesta no solucionaría nada… Solo me interesaba en ese momento saber qué quería enseñarme. Entonces me agarró alrededor de la cintura y me dijo al oído suavemente:
-Confía en mí, no tengas miedo…
Acto seguido, la ventana se abrió de golpe y  noté como mis pies dejaban de tocar el suelo. Tenía los ojos cerrados del miedo y, después de un brusco movimiento, sentí cómo el aire soplaba fuerte y me rozaba el rostro.
Unos instantes después me dijo con esa voz suave que tanto me gustaba:
-Abre los ojos, no temas.
Le hice caso y los abrí. No sé si fue buena idea, porque en cuanto vi que estábamos volando me entró el pánico. Y cuando le miré a la cara me entró más pánico aún al ver que tras su sonrisa había unos colmillos afilados.
-No me tengas temor.-me dijo con una cara que expresaba tristeza y resignación.-todo esto tiene una explicación; además no te fijes en mis defectos… ¡fíjate en mis alas!-volvió a decir, pero esta vez con una sonrisa que esperaba mi aprobación.
-Hala…son preciosas…-le respondí; aunque la verdad es que no sé si lo hice para tranquilizarle o porque de verdad me gustaron. Eran blancas y grandes, ¡casi como él!
-Bueno, ya casi hemos llegado.-formuló con una de sus sonrisas hipnotizantes y con decisión.
-¿A dónde me llevas?-le pregunté.
-No seas impaciente, así no serás una guerrera fascinante.-dijo riéndose.
-Gue… ¿guerrera? ¡Qué demonios…!-le dije sin que me dejase acabar, otra vez…
-¡Shhh! Mira y calla.- estuvo a punto de reírse de nuevo.
Le volví a hacer caso esperando no arrepentirme de volver a mirar por si me llevaba otra sorpresa de las que te da un infarto.
No, no me dio un infarto pero me faltó poco. ¡Íbamos directos al cielo!  En un acto sucesivo  una especie de luz nos absorbió y transportó al mismo. Era como había imaginado… lleno de nubes. Lo que no me esperaba es que hubiese casas hechas de madera y algodón de nube, algo… un tanto extraño para una humana.
Con los ojos abiertos como platillos me soltó y me dijo de nuevo con ternura:
-Ya hemos llegado, tranquila, aún no es tu hora.- sentenció entre risotadas que mostraban sus blancos, brillantes y perfectos dientes. Aunque los colmillos que le sobresalían  estropeaban su sonrisa.
No pude decir nada porque no me salían las palabras de la boca, así que me limité a escuchar y a observar el precioso paisaje que me rodeaba.
Mientras, un hombre corpulento, que la edad no le perdonaba, se acercaba a mí poco a poco. Tenía alas al igual que Yeray, llevaba una túnica azul turquesa, una cinta lila que le rodeaba la cintura y se enrollaba en un nudo en la parte delantera de la misma; y las terminaciones de la esta eran en un color blanco. Sus ojos eran marrones, parecía serio, y en cuanto al cabello, digamos que ya le quedaba poco…
Cuando llegó hasta mí, sus únicas palabras fueron:
-Clara, desde este momento tu vida va a cambiar por completo. Todo lo que conocías no va a tener nada que ver con lo que desde hoy te va suceder y con lo que vas a ver… Sólo espero que estés preparada para esto y que no me haya equivocado contigo.- dijo formalmente. Después, se dirigió a Yeray, que durante el monólogo había estado a mi lado escuchando atentamente y en varias ocasiones me había mirado. También durante el mismo se le habían visto significativamente los colmillos afilados al hombre.
-Acompáñala a la Casa de Shewir, allí le explicará lo que tiene que hacer.
Todo pasó tan rápido que no me podía creer que hace solo un momento estuviese en el instituto y ahora en el cielo… o eso creía. Cierto es que estaba muy asustada y lo único que quería hacer era volver a las clases. También me sentía mal el que se preguntasen donde estaba.  Entonces, como si me leyese el pensamiento, me dijo Yeray:
-No te preocupes, nadie preguntará por ti.- con una mueca de oreja a oreja, como intentando animarme… Pero fue justo lo contrario.
-¿Quieres decir que no les importo? ¿Que ya no existo para ellos?- se me empezaron a escapar unas lágrimas.
-No, no llores.-me dijo acercándose a mí y quitándome las lágrimas con sus finos dedos.- Pues claro que les importas, solo que… es que es muy difícil de explicar…Digamos que es como si el tiempo se hubiese parado. Al ser una humana y estar aquí, tu tiempo en la Tierra se para…- me dijo intentando consolarme. Pero entonces me surgió una duda.
-Pero, ¿cómo es que eres humano en la Tierra y aquí una espacie de ángel? ¿Contigo el tiempo también se para?- le dije tranquilizándome poco a poco.
- Me transformo dependiendo de si estoy en Tierra o en el cielo.- me dijo con una expresión que pedía gritos no subestimarle por el aspecto.
-Pe… pero…-no podía pronunciar casi palabra, estaba medio paralizada.- ¿Cómo es que puedes transformarte? ¿Qué eres? ¿Qué hago yo aquí?-le sentencié entre sorprendida y confusa.-No puede ser... esto tiene que ser un sueño...
-Ya hemos llegado.- dijo serio como si no le gustara lo que decía, incapaz de mirarme a la cara, sino al frente. Evidentemente, no me respondió.

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