CAPÍTULO 9 "LA LUCHA DE LOS DARKBELLS".

La atravesamos y volvimos al maravilloso paisaje del cielo. Con sus casas y nubes flotando, y esos jardines llenos de flores y hierbas cuyo aroma se expandía por todo el lugar.

Volvimos a la casa del Sr. Shewir para que nos dijera que debíamos hacer y dónde. Su casa era la más bonita que había visto, aunque en verdad sólo había visto las demás por fuera. Estaba hecha de madera, con partes claras y otras un poco más oscuras. Dos pequeñas ventanitas. Una de ellas daba a su jardín y la otra a la calle donde estaba un gran camino de tierra y más casas como la suya. El techo estaba hecho de nube y por fuera se visualizaba madera.

Había cuatro asientos, dos setas y dos sofás rojos de piel. Una mesita redonda al fondo, cuadros, un baño, una pequeña habitación y una gran alfombra cuadrada verde que ocupaba casi todo el salón.

-Empecemos con las clases.-dijo el Sr. Shewir.-Lo primero es saber que poderes tienes Clara, y en cuanto a ti, Yeray, practicar más.

-¿Él ya sabe que poderes tiene?-dije sorprendida de que no me lo hubiera contado.

-Evidentemente. A estas alturas ¿cómo no iba a saberlos? Lleva aquí dos meses, si no recuerdo mal.-dijo dudando de lo último que había dicho.

-¿Por qué no me lo dijiste?-le dije atónita y un poco malhumorada.

-Supongo que no encontré el momento.-dijo encogiéndose de hombros.-Intenté decírtelo esta mañana pero como te enfadaste…

-Bueno, eso en este momento no importa. Dejaros las ñoñerías y empecemos.-dijo el anciano un poco impaciente.- Salgamos y vayamos al Gimnasio Celestial. Allí ensayaréis los poderes.

Cuando llegamos me impresioné al ver tal universo, dicho metafóricamente. Aquello era inmenso, el triple de grande que mi instituto. Y se dividía en secciones.

-Bien… dado que Yeray ya sabe qué tiene que hacer puede marcharse ya a la sección estelar.

-¿Qué sección es esa?-pregunté.

-Allí se practica el poder del viento.-me respondió amablemente el anciano asombrado todavía de lo inmenso que era aquello a pesar de que ya había estado antes allí.

-Ye… ¿Yeray tiene el poder del viento?-tartamudeé atónita con la información que me acababa de dar.

-¿Sorprendida?-dijo Yeray sonriente.-Si te digo que también tengo el poder de la tierra te desmayas…-sentenció irónicamente.

-¿Qué? ¿Que tiene dos poderes y además de los cuatro elementos?-dije boquiabierta. No podía creer lo que oía.

-Bueno, dejarlo ya. No empecéis ahora a discutir.-dijo un poco malhumorado Shewir. -Yeray ¿tú no te ibas?

-Creo recordar que sí.-dije sin mirarle siquiera a la cara enfadada por el tono burlón con el que me había hablado antes.

-Vale, vale… ya me voy.-dijo resignado.

Vimos como se iba alejando y se metía en una sala que había al fondo del todo de la que no vi nada.

-Bien, Clara, será mejor que comencemos y no nos entretengamos más.-dijo el Sr. Twilton.

-Claro.-dije deseando empezar. Algo raro en mí, dado que el día anterior deseaba no haber sido yo la elegida, la supuesta “Salvadora Celeste”.

-Mira el suelo de madera y concéntrate.-me dijo muy seriamente, pero siempre con dulzura.

Mire atentamente el suelo. Al principio no pasó nada… luego puse todo mi ser en concentrarme en él y… digamos que el anciano y yo nos empapamos de arriba abajo.

-Bien, bien, no empiezas mal… algo de entrenamiento y controlaras la cantidad de agua y hacia donde la vas a lanzar.-dijo satisfecho.

-Te…tengo el poder del agua…-dije asombrada.-Sabía que el que aguantar mucho debajo del agua de las piscinas no era mera coincidencia.-solté contenta.

-Anda y no digas tonterías, que eso no tiene nada que ver jovencita.-expresó el anciano haciendo que le entrase por un oído y le saliese por el otro la tontería que había dicho.

-Pero… ¿no tiene ninguna relación una cosa con la otra?-pregunté desconcertada.

-¡Claro que no! No tiene nada que ver el funcionamiento de tu aparato respiratorio con la fuerza de tu mente y de tus manos.

-Ya… es verdad.-dije un poco desilusionada. Pensaba que desde hace tiempo ya conectaba con el agua y estaba destinada a lo que me depararía luego, ser una Darkbell, la Salvadora.

-Ahora apunta a la pared del fondo.-me dijo el Sr. Twilton.

-Pero está muy lejos.-dije pensando que hasta allí no me llegaría el chorro de agua y además sabiendo que no controlaba las direcciones del mismo.

-Confía en ti misma, concéntrate y te saldrá.-dijo sonriente y con mucha confianza en mí.

Entonces le hice caso y confié en mi misma. Me concentré en la pared y mantuve mis manos quietas y seguras de sus poderes para lanzar el agua. Después de aquello sólo tuve que esperar unos segundos para que el chorro saliera y alcanzase la pared empapándola. No me creía lo que acababa de hacer… acababa de lanzar agua a través de mis manos y había controlado su dirección. Estaba impresionada de mí misma.

-Pero eso no es todo.-dijo el anciano con una sonrisa que indicaba que había algo más que yo no me esperaba.

-¿Qué?, ¿qué más hay?-pregunté sin saber a lo que se refería.

-¿Por qué Yeray iba a tener dos poderes y la Salvadora sólo uno?-formuló con una sonrisa misteriosa.

-¿Quiere decir que tengo dos?-volví a preguntar asombrada y contenta a la vez.

-Puede…- me respondió son otra sonrisa misteriosa.

-¿Cuál más tengo?

-Eso lo tienes que averiguar tú.-me dijo con una leve sonrisa amable. Acto seguido se dirigió a la puerta de salida; entonces se fue.

No entendía nada. No sé si él lo sabía y pretendía que lo averiguara por mí misma o si no lo sabía y por eso mismo tenía que averiguarlo. Tampoco sé si sabía que uno de mis poderes era el del agua y cómo estaba tan seguro de que tenía dos. Así que estaba muy confusa.

Lo único que hice después de que se fuera sin más fue quedarme a practicar mi poder e intentar averiguar el otro. Cosa que no conseguí.

Después de intentarlo e intentarlo apareció por fin Yeray.