7/8/11

Capítulo 5 "Gotas de lluvia".

Sí, nunca había visto nada igual. Todo comenzó cuando insistió en quedar conmigo aquel día, 31 de Agosto, domingo, último día del mes. Yo acepté, por supuesto, porque sabía que dentro de poco se iría a estudiar a otra comunidad y no lo vería. Tan sólo hablaría con él por teléfono y aún así él tendría que estudiar, y yo también.

Quedamos en el parque de siempre y allí me tapó los ojos con una venda.
-Por favor, no te la quites. Tengo una sorpresa para ti.-me pidió dulcemente. Entonces me ayudó a subirme a un instrumento de transporte, que por la forma que palpaba y cómo se movía sabía que era una bicicleta.
-Agárrate fuerte.-formuló. Yo iba sentada y agarrada a los manillares, pero él era quien los manejaba desde detrás de mí. Pedaleaba de pie y de vez en cuando, por el peso, la bicicleta realizaba eses. Estas cosas poco seguras no me gustaban nada, pero confiaba en Nicolás, y sabía que no dejaría que nos pasara nada, que tendría el mayor cuidado posible.
Recorríamos las calles de la ciudad, en medio de la carretera. Lo suponía por el ruido y olor a gas que provenía de coches muy cercanos. El aire nos golpeaba la cara con fuerza por la rapidez, y el movimiento de la bicicleta y el no ver absolutamente nada me producía algo de inquietud. Más de una vez me había dicho cerca del oído: “Tú tranquila, que ya no falta mucho. Disfruta del aire fresco y no te quites la venda”. En realidad deseaba quitármela para ver a dónde íbamos. Pero no quería fastidiarle la sorpresa. Aún pasando miedo intenté disfrutar del aire y del movimiento. Después paramos y me ayudó a bajar de la bicicleta, agarrándome por uno de los brazos, pero con delicadeza.
-¿A dónde me llevas?-pregunté ilusionada.
-Al país de Nunca Jamás.-dijo bromeando.
-Pero quédate conmigo.-dije también bromeando.-No me dejes allí y luego te vayas, porque sino… iré a buscarte y será para darte con una rama dura en la cabeza.-ambos nos reímos. Él me ayudaba a caminar para que no me cayese. Notaba cómo me rozaba algo en los pies, quizás era un tipo de planta. Por lo menos me podría haber dicho que no me llevara sandalias. Aunque hubiera deducido a dónde iríamos. O no…

Cuando caminamos durante alrededor de cinco minutos, me paró y me agarró desde detrás alrededor de la cintura. Entonces me quitó el nudo de la venda mientras me decía: “Aún no abras los ojos”. Cuando ya me la había quitado anunció suavemente:
-Ya puedes abrirlos.-cuando lo hice los ojos se me iluminaron y me apreté las manos agarradas contra el pecho.
-Es fantástico.-comenté casi musitando. Me había llevado a un paraje desconocido para mí. Todo era verde y algunas zonas se mezclaban con colores como lila, azul, rosa, amarillo o blanco; por las flores. Estábamos rodeados de algunos árboles y, al final, al último lugar donde los ojos podían llegar desde ahí, había más árboles y más campo. Algunas plantas eran muy altas, llegaban casi a la cintura. Pero teniendo en cuenta mi estatura, claro. A un niño de dos años lo superaría enormemente.
Nos sentamos en aquel lugar, entre la hierba y flores de muchos colores. Con el atardecer, aquello se volvió naranja. Era precioso… Nos tumbamos y estuvimos uno al lado del otro.
-Gracias.-dije repentinamente.
-¿Por qué?
-Por esto. Es precioso.-formulé mientras miraba fijamente y con dulzura aquellos ojos color ámbar.
-Me alegro de que te guste.-sonrió.
-Me encanta.-nos besamos durante largos segundos a la luz del atardecer, entre los olores y el aire fresco del lugar. Después lo contemplamos detenidamente, antes de que se hiciera de noche, el uno pegado al otro, cogidos de la mano.
-Se está haciendo tarde. Será mejor que volvamos.-dijo.
-Sí, tienes razón.-después de pasar allí una hora y media juntos, estaba satisfecha.
Cogió el pañuelo que había permanecido en el suelo, en el lugar donde él lo había tirado cuando me lo quitó. Nos subimos a la bicicleta como lo habíamos hecho al dirigirnos a aquel maravilloso paraje, y volvimos a la ruidosa ciudad. Una vez allí, me dejó en el portal de mi casa y se despidió con un beso en la boca y con las manos apoyadas en mis mejillas.
-Espero que nos veamos pronto.-deseé.
-Sí.-dijo con cara apenada.
-¿Qué ocurre?
-Verás… mañana me voy ya a la Universidad para alojarme y conocer a mis compañeros de habitación… Las clases empezarán siete días después, dentro de una semana. Órdenes de mis padres…- me quedé parada y mirándole a los ojos sin dar crédito a lo que escuchaba.
-¿Por qué no me lo dijiste antes?-intenté ser comprensiva. Aunque me era difícil.
-Yo no… no quería que estuvieras triste. Quería que pasaras el último día que permanezco aquí estupendamente.
-¿Cuándo podremos vernos?-le pregunté entristecida.
-De vez en cuando intentaré venir aquí para ver a mi familia y para verte a ti. O quizás nos volvamos a ver las vacaciones que vienen.-miró al suelo. Yo intentaba buscar su mirada pero me costaba trabajo encontrarla. Estaba claro que ninguno quería esto, ninguno quería pasar por aquella situación.
-Llámame cuando puedas, ¿vale?-le pedí.
-Claro.-mostró una leve sonrisa lateral en su rostro, aunque en el fondo seguía afligido. Nos fundimos en un fuerte abrazo y nos dimos nuestro último beso. Después me acerqué al portal y abrí la puerta.
-¡Adiós!-dije intentando mostrar una gran sonrisa.
-Adiós.-se resignó mientras elevaba su mano y la movía lateralmente. Viendo cómo comenzaba a caminar, me arrepentí.
-¡Espera!-le grité. Se giró y corrí hasta él para darle otro beso y, después, otro abrazo. Sin querer soltarnos de la mano nos alejamos. Y yo, finalmente, subí a mi casa, sin saber que no lo vería hasta dentro de mucho tiempo…

8 comentarios:

  1. Qué triste despedida... Lo de que la llevara hasta un sitio tan precioso ha sido genial, pero la lástima es que se tengan que separar...
    Besos con trocitos de sueños cumplidos.

    ResponderEliminar
  2. Bonita entrada :D
    Que triste despedida:(
    Lo malo de todo en la vida,es separarse de la persona que más quieres :S
    Gracias por pasarte,pasate siempre que quieras
    Un besito!

    ResponderEliminar
  3. Gracias a ti por leer y comentar en el blog ^^

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola Nuria! Que triste este capítulo... me da mucha pena que se tengan que separar.
    La verdad que es muy difícil despedirte de alguien a quien quieres mucho.
    Por cierto, he leído que no vas a seguir la Lucha de los Darkbells. ¿Por qué? Me parecía una buena novela.

    ResponderEliminar
  5. Gracias por leer :) Y la respuesta que buscas a tu pregunta está en tu blog :)

    ResponderEliminar
  6. Pues entonces, que tengas mucha suerte en el concurso. Yo la verdad que no me animo a participar en ninguno, tengo muy mala suerte jeje

    ResponderEliminar
  7. Gracias ^^ Bueno, no creo que tenga posibilidades. Pero todo es cuestión de intentarlo ;)

    ResponderEliminar