21/8/11

Capítulo 7 "Gotas de lluvia".

Miré al suelo firmemente.
-Lo necesito. Pero no quiero.
-¿Estás segura?-me puso su mano en el hombro y me habló con dulzura. Esa parte de Julia era la que menos conocía.-No me hagas que vaya a… ¿dónde está?
-No me lo dijo.
-Vaya… Eso me lo pone muy difícil…-se paró a pensar.-Pero como lo pille se va a enterar.
-¿Por qué? ¿Por sacarme un año y querer ir a la universidad?-se quedó parada y no dijo nada, pero porque sabía que llevaba razón.
-Si al menos te visitara…-soltó.
-Prefiero que dejemos el tema. Él ya no está y punto.-dije un tanto alterada. Después me calme.-Me voy a casa, estoy cansada. Cogí mi bolso que lo había dejado en el banco y me marché. Mientras caminaba alcé una de mis manos y la moví en señal de despedida, sin ni siquiera girarme para ver si me respondía. No tenía ganas de ver la cara que se le había quedado, seguramente, sorprendida.

Cuando llegué a casa me senté en la silla de mi habitación y me puse a leer un libro. Alrededor una hora después, mi madre me llamó para cenar y guardé el libro en la estantería, marcando la página por la que me había quedado. Casi no probé bocado.
-¿Te ocurre algo Diana? No has comido casi nada.-me dijo mi madre.
-No, es que no me apetece mucho cenar. Me he tomado un bocadillo esta tarde con Julia.-mentí.
-Si no quieres más déjalo.-me habló con tranquilidad.
-Vale.-cogí el plato y lo llevé a la cocina. Después me encerré en mi habitación y seguí leyendo el libro, no sin antes ponerme el pijama. Trataba de una historia de amor, me encantaban esos libros. Y el hecho de poder meterme en una historia aparentemente real me apasionaba. El tiempo se pasó volando y dieron las doce de la noche.
-Diana, ya es tarde. Acuéstate anda.-sonó la voz de mi padre al otro lado de la puerta.
-Voy.-dije. Cerré el libro, apagué la luz y me acosté.

Cuando me levanté al día siguiente tenía ganas de fiesta. Quería salir de la rutina e irme y pasármelo bien, pero sin abusar.
 Llamé a Julia, Carol y Jennifer para irnos esa noche a algún pub. Jennifer se trajo a algunos amigos para darle más ánimo al ambiente. Yo me pedí una coca-cola, al igual que Jennifer. Carol y Julia se tomaron unos cubatas. 
-¿Quieres bailar un rato?-me preguntó un chico, amigo de Jennifer, estirando su brazo para que le cogiera la mano.
-No, gracias.-dije dándole un trago a la coca-cola. Tenía que elevar mucho la voz para que me oyera, la música retumbaba en mis oídos.
-Venga ya, no seas aburrida.-me dijo tirándome levemente de la muñeca. Al final insistió tanto que acepté para que me dejara en paz una vez hubiéramos bailado. Y la verdad es que el chico bailaba muy bien. Me acercó lentamente a él con su mano en mi cintura. Estuvo a punto de besarme pero me alejé.
-Oh, vamos…-dijo. Estaba un tanto borracho, pero no demasiado. Cogí mi bolso y me fui, no sin antes avisar a Julia y a las demás.
Mientras caminaba sola por la calle, noté cómo alguien me seguía. No quise girarme pero aceleré el paso sin que se me notara mucho. Giré una esquina, me metí en una calle que había a la derecha, cogí otra que cruzaba la misma y seguí recto. Todo para intentar que esa persona me perdiera de vista, pero no me sirvió de mucho. Parecía una escena de película.
-¿A dónde vas tan rápido?-dijo una voz tras de mí. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, pero me giré para ver la cara de la persona que me había estado siguiendo desde que había salido del pub.
-Hola.-le dije indiferentemente al chico con el que había estado bailando.
-No está bien que vayas sola a estas alturas de la noche.-dijo en un tono que me sonó a ironía.
-No está bien que sigas a la gente.-puse tono orgulloso.
-Te he hecho un favor.-dijo mirándome y sosteniendo una sonrisa imperceptible.
-¡Piérdete!-le dije mientras mostraba la indiferencia de antes y aceleraba el paso. Lo dejé atrás y me pareció que cambió de calle, así que pude irme más tranquila a casa.
Al llegar estaban mis padres durmiendo. Serían la una y media. Me puse el pijama, me cepillé los dientes y me acosté sin apenas hacer ruido.

Cuando me levanté me dolía un poco la cabeza, la música de anoche aún retumbaba en mis oídos, pero se me pasó en seguida.
-Diana, ¿puedes ir al supermercado y comprar lo que hay escrito en esta lista?-me la dio mi madre en la mano.
-Poder, puedo.-contesté.
-Gracias. Por cierto, la ensalada que sea mediterránea, ¿vale? Se me ha olvidado apuntarlo.
-No pasa nada, lo recordaré.-se dibujó en mi semblante una sonrisa.
Salí a la calle y el aire transportaba un calor abrumador. “Me tenía que haber traído un abanico…”, pensé suspirando. Pero el supermercado no estaba muy lejos, así que llegué en cinco minutos.

4 comentarios:

  1. Me encanta tu historia Nuria. La verdad que tienes un gran talento para ello... (He leido la historia que escribiste para el concurso de Andrea y es fantástica de verdad. No me imaginaba que fuera a ser un fantasma, amigo de su infancia, que aun seguia enamorada de ella.)
    Alucinante!! ^^

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  2. ¡¡Muchas gracias!! :D
    Me alegro de que te gustara. Es la forma que ella tiene de ver que él aún le gusta. El sueño.
    ¡Besos! ^^

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  3. Vaya, por un momento pensé que el chico le haría algo malo a Diana. Menos mal que salió todo bien. El capítulo ha estado genial :)
    Besos con sueños hechos realidad.

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  4. :) Es buen chico, la verdad jaja
    Gracias :) Besos.

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