28/8/11

Capítulo 8 "Gotas de lluvia".

Una vez dentro noté el aire acondicionado y solté otro suspiro, esta vez de alivio. Cogí un carro de la compra pequeño acorde a las pocas cosas que tenía que comprar. Antes de adentrarme del todo en los pequeños pasillos del mismo, miré de nuevo la lista para ver qué zona estaba más cerca.

-Alas de pollo       -Queso de bola curado         -Guisantes
-Pollo                    -Muges                               -Chuletas de cordero
-Canelones           -Pimiento verde y rojo        -Lonchas de jamón York
-Rabo de cerdo     -Rábanos                             -Pan de molde
-Ensalada            -Arroz                                 -Pan de hamburguesa

“Vale…”, pensé, “Entonces la calle que más cerca tengo es la de las verduras”. Reanudé el paso y cuando estuve en ésta, busqué los pimientos, la ensalada y los rábanos. Todo estaba prácticamente uno al lado del otro, así que no tuve que dar muchos paseos. Lo coloqué en el carro y busqué el pasillo de la carne, que estaba al final.
“Bueno, ya está…”. Me acerqué para hacer cola en una de las cajas.
-¿Te conozco?-me miró el chico que tenía delante. Enseguida lo reconocí.
-Creo que sí, eres el chico que me siguió ayer.-sostuve una mueca.
-¡Es verdad! Jajaja.-expresó con cara de haberse acordado justo en ese momento, pese a que en realidad ya sabía de qué nos conocíamos.

-Vaya… menudo destino. ¿Por qué será que me encuentro donde menos espero a quien menos espero?-me resigné colocándome una mano en la cintura.
-El destino… ¡qué bello!, ¿verdad?-miró hacia arriba.
-Será para ti.-miré hacia otro lado. Estas coincidencias eran las que menos me gustaban. Seguramente me acompañaría hasta mi casa y me daría la vara todo el camino.
-¿Quieres que te acompañe a tu casa?
-¡No!-puse tono desconcertado.
-Oh, vamos, esto ha sido cosa del destino, no lo desaproveches.-me guiñó uno de sus ojos verdes.
-NO.-recalqué.
-¿Y si se te caen las bolsas? ¿Quién te va ayudar?-puso tono realista para convencerme, aunque en realidad era irónico.
-Las cojo y me aguanto.-puse una mueca desagradable.
-¿Y si no puedes con todo? ¿Eh? ¿Eh?-en cada “¿eh?” acercaba su cabeza hacia mí para darle más emoción a la palabra.
-¡Qué cansino…!-puse los ojos en blanco. Le tocaba pagar, por lo que colocó sus alimentos y la chica que atendía se lo cobró una vez comprobado el total.
-Veinticinco con sesenta y seis.-enunció. Él le dio un billete de cincuenta euros que sacó de un monedero y la chica le dio las vueltas. Cuando estuvo todo metido en bolsas se guardó tranquilamente el monedero en su bolsillo derecho del pantalón y se esperó fuera del supermercado. “Genial…”, pensé al ver que miraba hacia aquí.
Coloqué entonces lo mío y la chica lo fue pasándolo por la caja.
-Veintinueve con treinta y ocho.-citó. Saqué el dinero de mi monedero que llevaba guardado en mi bolso marrón, y le entregué treinta, un billete de veinte y uno de diez. Me devolvió los sesenta y dos céntimos que sobraban y me los guardé en el monedero rosa con diferentes dibujos en tonos rojos y lilas. Salí y el muchacho me seguía esperando.
-Bueno, ya podemos irnos.-dijo alegremente cuando salí de allí y la puerta se estaba cerrando.
-¿Por qué insistes en seguirme a todos lados?-pregunté incómoda.
-Me divierte verte enfadada.-rió.
-¡Anda y vete!-levanté la voz malhumorada.
-¿Ves? Jajaja.-rió mientras se tocaba la barriga con la mano y sostenía el asa de la bolsa en la muñeca de la misma. Tan sólo cargaba con dos, yo también.
-¿Cómo te llamas?-me preguntó mientras caminábamos.
-¿Por qué crees que te lo iba a decir a ti?-le miré mientras sostenía una sonrisa pícara.
-Pues no sé, Diana, porque creo que nos podemos llegar a llevar bien.-elevó levemente su moflete con un gesto que insinuaba la frase, haciendo que recalcara más el hecho de haber pronunciado mi nombre en la misma. Abrí los ojos como platos.
-¿Cómo sabes mi nombre?-le pregunté muy curiosa.
-Pues no es tampoco un misterio. Nos conocimos ayer mismo en el pub, te fuiste, te seguí, pasaste de mí, volví al lugar y le pregunté a una amiga tuya por tu nombre.-explicó. Parecía que en cada uno de sus gestos mostraba superioridad en cuanto a creerse más listo que yo, pero a la vez mostraba seriedad, una seriedad irónica.
-¿Quién fue?-pregunté con los ojos entornados.
-No pongas esa cara, hija, que parece que es de vida o muerte.-bromeó.-Fue Jennifer.
-Cómo no, si fue ella la que te invitó a ti y a algunos más a ir de fiesta con nosotras.-caí, por un momento pensé que fue Julia, que es muy liberal, pero es mi mejor amiga y no creo que se lo hubiera puesto tan fácil a alguien tan cansino como él.
-Ahora dime tú tu nombre.-exigí.
-Pablo, encantado.-me tendió su mano, colocándose la bolsa colgando de la muñeca. Se la di haciendo yo lo mismo.
Caminamos hasta que llegamos al portal de mi casa.
-Vaya, veo que has conseguido lo que querías.-le dirigí una ligera sonrisa sorprendida.
-Sí, ahora podré visitarte cuando yo quiera.-me sonrió.
-No te creas que va a ser tan fácil.-abrí con la llave el portal y me metí cerrando la puerta. Éste reaccionó ante mi jugada y se quedó apoyado en el cristal mientras que se reía por lo sucedido.
-Te falta rapidez.-dije intentando que me oyera. Empecé a subir las escaleras.
-¡Espera!-gritó. No le hice caso, a fin de cuentas, ya sabía dónde vivía. Podía darse con un canto en los dientes.

2 comentarios:

  1. Me parece a mí que hay mucho feeling entre estos dos. Me ha gustado el capítulo, ha sido con un tono humorístico que me ha llamado la atención jajaja :)
    Besos con sueños hechos realidad.

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