20/2/12

Miedo a recordar lo que no recuerdo

Al levantar los párpados me quedo mirando fijamente el techo. Todo parece algo sobrenatural. Demasiada luz del día y oscura la de mi alma. De manera impulsiva me levanto del sofá y camino lentamente hacia mi habitación apoyando mis manos sobre las paredes y los marcos de las puertas con paso irregular. Cojo lo primero que encuentro dentro de mi armario y me visto pasivamente. Mi mente está confusa. Miro a todo y nada a la vez. Pero es hora de afrontar todo lo que me asusta, aunque sólo requiera hacer frente al recuerdo. No sirve de nada encerrarse en casa, y menos en una misma; aferrarse al miedo.
El aire acaricia mi rostro pálido, que se asemeja a la porcelana. Mechones dorados se anteponen a mis ojos y boca, y procuro mantener un paso firme. Me siento extraña entre tanta gente, como si no perteneciera a ellos. 
Ya he llegado. Allí. Cuatro años sólo le han permitido tornar su paredes de un color grisáceo y crecer malas hierbas a su alrededor. Lágrimas comienzan a inundar mi rostro. Caigo de rodillas al suelo, impotente.
-¡Calep!-grito desconsoladamente aun a sabiendas que sólo el aire lo escuchará.- ¡No…!-pronuncio con el rostro ya lleno de lágrimas, entre tanta vegetación. Siento que el viento comienza a susurrar, sin embargo no escucho nada. Tengo tentación de entrar… a pesar de que noto que mis fuerzas flojean cada vez más. He comenzado a temblar, lo que me produce más confusión. Nada volverá a ser como era, aun así me aproximo al porche.
-Dijiste que no te marcharías…-susurro completamente conmocionada. Mis manos se apoyan en los contrarios brazos en un intento de dejar pasar el frío e intentar calmarme. Pero no puedo, me resulta… imposible. “¡Pero por qué!”, pienso para mis adentros desgarrándome con esas palabras el alma y el corazón.
Decisión. Eso es lo que ahora muestra mi mirada. Odio, impotencia, dolor y ganas de luchar. No dejaré que la pena se apoderé de mí hasta hacerme guijarros. Es hora de comenzar una nueva vida, una nueva etapa lejos de todos aquellos recuerdos. Lejos de su recuerdo. Es indescriptible la manera en que un día soleado puede tornarse lluvioso. Pero esa vez fue distinta a las demás. Distinto a cualquier mal día. Desde entonces todos los días mostraban un cielo gris, al menos para mí. Mi vida había cambiado sin ser consciente de ello y ahora me tocaba a mí cambiarla. Un precio justo.
Me alejo de aquel doloroso recuerdo. Puedo sentir que sé lo que ocurrió, pero sin embargo no lo sé.

2 comentarios:

  1. Precioso texto :) Preciosas fotos ^^
    Después de tanto tiempo,aquí me paso :D
    Tu blog,como siempre tan precioso ^^
    Sigue así. Pásate siempre que quieras :)

    ResponderEliminar