Al otro lado brillan miles de luces de colores, miles de
ilusiones, de esperanzas. Atrás se muestran bajo una tenue luz las derrotas,
las penas, las desilusiones… Comienza a andar, hacia esas miles de luces de
colores que provocan que esboces una sonrisa tímida. Aunque parezca que no
existe puente para cruzar, entre los recuerdos y los cimientos de un futuro,
fruto del presente, lo hay. No tengas miedo de pisar el agua, flotarás si crees
que puedes hacerlo. También puedes elegir extender tus alas y alzar el vuelo sobre el azul de un pacífico mar. Siente que puedes conseguirlo, el aire
interponiéndose, rozándote y a la vez desafiándote. Mira atrás y siente que esa
tenue luz crepuscular se va alejando de ti, de tu figura, pero no de tu
recuerdo, pues siempre quedará encerrada ahí, en algún lugar de tu cabeza. La
cuestión es ser capaz de convivir con ello. Respira el olor a libertad que
tú mismo te impones, esa libertad condicionada. Algo a lo que llaman libertad…
Mira a tus pies, lo alto que has conseguido volar, o mira hacia atrás y
contempla lo rápido que has podido correr hacia lo que tanto ansiabas,
anhelabas durante tanto tiempo. Casi todo es posible si se cree en ello. Casi
todo.
Una vez que hayas conseguido llegar habrá cosas que llegarán
solas, las traerá el destino reencarnado en viento. No tengas miedo, pues seguramente tendrás a esas lucecitas de colores de tu parte. Por muy
insignificante que te sientas, no debes quedarte sentado esperando a que todo
pase. El tiempo hizo la historia, y la historia nos hizo a nosotros. Nosotros
debemos corresponder siempre al tiempo, por ese mismo tiempo que nos ofrece,
viviendo los momentos. De lucha, de resignación, de tristeza, de alegría, de
esperanza, de libertad…
Sólo… tan sólo levanta la mirada y visualiza tu campo de
visión. Haz lo que sientas, muchas de esas veces sabiendo las consecuencias.
Vive.
No hay comentarios:
Publicar un comentario