16/4/12

Luces

No te puedo borrar de mi memoria, clavado a fuego en mi corazón. Cada dos segundos miro el móvil y no hay nada, empiezo hasta echar de menos los mensajes publicitarios para despertarme la esperanza por unos segundos y volver al mismo lugar que al principio al ver que no hay nada tuyo. Oigo el sonido de tu voz en mi mente diciéndome que me quieres, que soy única, pero son simples reproducciones, todo en el pasado. Quizá no actué de la mejor de las maneras y te dejé marchar, quizá... aunque tú no me diste ni una oportunidad. Embustero, idiota... aún sigues en mí, en alguna parte de mi corazón, que engrandeció por ti y decreció de nuevo por ti. Miro el reloj, aún queda algo de tarde, aunque el crepúsculo no tardará demasiado en cubrir la ciudad. Parezco no encontrar ningún pasatiempo a la tenue luz que entra por la ventana mirando una y otra vez el móvil. No volverás, ¿verdad? Seguramente no. Lo sé desde hace tiempo, pero necesito asegurarme día tras día, esos que ahora parecen tan vacíos... ¿Qué hiciste conmigo que siento que me falta algo, una parte importante de mí? Sí, recuerdo nuestras numerosas discusiones, pero también recuerdo nuestras alegrías, ilusiones, luchas, esperanzas... nuestro amor. Algo que nunca olvidaremos. Cierro los ojos, un escalofrío desata una lágrima. Intento no pisar las mismas huellas que un día dejé, pero a veces es inevitable. Seguro que eso sí lo entiendes... Vibra el móvil, lo dejo posar en mi mano sin inmutarme. No me ilusionarás más, dichosa publicidad. Abro la ventana, el aire fresco penetra y acaricia mi faz, lanzo el móvil con la mayor de mis fuerzas. 
Adiós, adiós a todo. 

La chica lanzó el móvil rompiéndose en pedazos. Se había ilusionado tanto tiempo que deseaba dejar de vivir en el pasado. Era un mensaje, un mensaje de esa persona en la que tanto pensaba, a la que tanto quería. Tras ello, lejos el uno del otro y sin tener nada con lo que comunicarse, en un acto la chica dejó atrás todo y desaprovechó la última oportunidad que el destino le dio sin darse cuenta siquiera. El chico la llamó varias veces, pero le fue imposible localizarla. Jamás volvieron a estar juntos.
Pequeños actos llevados por la rabia, el rencor o cualquier otro sentimiento referentes o contrarios a estos pueden modificar el presente y, por ello, el futuro de una manera inimaginable. Por eso es necesario intentar pensar las cosas antes de actuar, aunque a veces resulte imposible y el impulso se convierta en algo más fuerte que la verdadera voluntad.
Un simple gesto, un simple adiós, y todo lo que una vez la hizo feliz se apagó, en busca de una nueva luz.

3 comentarios:

  1. Hola! Me gusta mucho tu blog y te sigo! me gustaria que entraras en el mio y me siguieras! Muaaaaaaaaaaaak

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  2. ¡Muchas gracias! :) Me pasaré.
    ¡Saludos!

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